Así lo ha sugerido un equipo de expertos británicos, encabezados por el geógrafo Nicholas Howarth, de la Universidad de Oxford, tras realizar una expedición a la cantera. Hasta ahora se consideraba que el palacio de Cnossos, cuyas ruinas fueron excavadas y reconstruidas a principios del pasado siglo por el arqueólogo Arthur Evans, era el único que podría dado cobijo en la antigüedad al laberinto de la leyenda griega.
Según esta leyenda, el rey Minos mandó construir el laberinto para encerrar allí al minotauro, una bestia feroz nacida de la unión entre su esposa, Parsifae, y un toro del que ella se había enamorado por intervención de Poseidón. Dédalo fue encerrado también, junto a su hijo Ícaro, en el laberinto, pero construyó unas alas para ambos con las que, salvando los muros de la prisión, se remontaron sobre el Mediterráneo.
Las cuevas, que consisten en más de tres kilómetros de túneles con cámaras más anchas y callejones sin salida, han sido visitadas desde tiempos inmemoriales por viajeros en busca del laberinto, pero desde que finales del siglo XIX, fueron abandonadas, e incluso el Ejército nazi las utilizó para almacenar municiones durante la Segunda Guerra Mundial.
Elena Sanz
19/10/2009